La violencia es un resultado de la socialización y la cultura que conduce a la deshumanización y a la destrucción. Allí donde hay un ser humano puede haber violencia que se aprende y se desarrolla por las capacidades del cerebro. Como tal cultura aprendida puede desaprenderse y sustituirse por la no violencia. Dar el paso al uso consciente de nuestra inteligencia es clave ¿y si lo intentamos?
Este proyecto tiene de especial que puede ayudar a los sectores más desfavorecidos que son precisamente los más castigados por las distintas formas de violencia. El logo seleccionado obedece precisamente a dar presencia, ayuda y protección a colectivos que sufren especialmente las injusticias y desigualdades.
En amarillo se representa la diversidad, lo diferente, la pobreza, las culturas, las etnias y a toda a aquella persona que es o se siente distinta.
En azul claro se presenta a la infancia y a las personas inocentes, que no ven el mal en el comportamiento ajeno y que padecen especialmente por ello. Violenciacero nos engloba en este colectivo, teniendo presente que “el cambio empieza en mí”. La violencia la aprendemos principalmente en nuestra infancia y así es como la asumimos como normal. Nuestra inocencia normaliza comportamientos que son violentos y aquí es donde el proyecto quiere trabajar, concienciando y generando conocimiento que permita el cambio que queremos ver en el mundo. Madurando desde el análisis de nuestros propios comportamientos se da paso al siguiente colectivo y los conceptos asociados. El azul también es el color del agua, del cielo y del mar que representa el planeta con todos los seres vivos que alberga y no son ajenos al comportamiento del ser humano.
El azul oscuro es la madurez y la sabiduría, así como la justicia que se pueden conseguir gracias a ella. Es el cambio que queremos ver en nosotros mismos para empezar a transformar la sociedad.
El violeta, es sin duda el color de lo femenino, el color que nos recuerda que sí o sí todas las personas debemos tener los mismos derechos como expresión máxima de justicia, independientemente de nuestro género o condición.
Por último, el rojo, el color de la sangre como alegoría a la violencia en su expresión más visible, llamativa, dramática y despertadora de conciencias. El rojo es el color del dolor que es inevitable en la vida. El sufrimiento, sin embargo, es algo que sí puede ser gestionado y para ello es necesario potenciar el valor de hacerlo. El rojo también es el color de la valentía.